Guada(IA)jara
Guada(IA)jara nace de la brisa invernal del novatismo, un febrero del 2024. Ve la luz gracias a la duda de un principiante que no se atrevía a publicar fotografías con rostros de desconocidos. No tanto por miedo por “problemas”, sino por el mar de preguntas que surgieron en el intento: ¿hasta dónde llega la privacidad en un espacio público? ¿Cuándo se requiere consentimiento? ¿Se invade al otro en un ejercicio de fotografía de calle? ¿En qué momento dejas de documentar para comenzar a transgredir? Me detuve ahí, atrapado en esa grieta ética entre lo espontáneo y lo invasivo, contemplando la pureza de la escena y el peso interior de compartirla.


En ese mismo mes, encontré una salida inesperada. O tal vez una grieta en la lógica. La inteligencia artificial apareció como respuesta a una pregunta no formulada. Modificando los rostros, podía mostrar las imágenes sin el peso de la intrusión. Pero pronto comprendí que había entrado en otro terreno: ¿Notarán el cambio? ¿Se verán reales? ¿Cuánto define nuestro rostro quiénes somos? ¿Y el cuerpo? ¿Hasta qué punto se sostiene nuestra identidad en lo que otros ven de nosotros? La IA no solo protegía identidades, también sembraba incertidumbre.
No es mi intención especificar cuáles ni cuántos de los rostros en esta serie han sido modificados. Dejo esa tarea –opcional y caprichosa– en tus manos. Que juegues, si lo deseas, a descubrir lo real entre lo imaginado. O que simplemente te dejes llevar por la escena.



Hoy, mi postura ha cambiado: ya no me preocupa. Si alguien no quiere aparecer, puede escribirme sin problema :p
Lo que más me interesa de este proyecto no son solo las imágenes, sino el eco que provocaron. Hubo quienes no notaron la intervención, otros que señalaron con fervor quiénes creían que eran “personas reales”. Algunos intentaron descubrir con lupa los trazos de la IA. Una persona incluso me preguntó –casi convencida– si la última figura de la galería era mi ex pareja. Durante algunos días, en su mente, esa persona generada por nuestra amiga IA fue real. Existió.




Guada(IA)jara represento para mi un juego con la percepción, un diálogo entre la imagen y la confianza del espectador en su memoria visual. Cuestionando los límites de la privacidad, y documentando un instante del crecimiento exponencial de la inteligencia artificial. Un momento en el que lo real y lo ficticio se confunden cada vez más, dejándonos con una pregunta que se clava suave pero hondo: ¿seguimos reconociendo lo real o simplemente confiamos –sin saberlo– en lo que vemos?